LLAMADA DE EXTORSIÓN

El fenómeno de la extorsión a través de llamadas telefónicas, tiene sus orígenes a principio del año 2000, cuando la telefonía celular cobró fuerza y poco a poco llego a cubrir mayores sectores de la población y los dispositivos llegaron a estar al alcance de cualquier persona, por su versatilidad, precio y servicios.

La delincuencia vio la facilidad de contactar a sus víctimas a partir del creciente número de personas que tenían acceso a un teléfono celular, mediante llamadas telefónicas o mensajes de texto. La principal característica de estas llamadas era la intimidación o amenaza, que en sus primeras modalidades exigía con rudeza y groserías, el depósito a cuentas bancarias bajo la amenaza de daño moral, secuestro o daño físico al interlocutor o sus familiares, ya que se encontraban bajo observación y se conocía a detalle sus actividades (violencia psicológica).

Posteriormente, esta modalidad fue abriendo paso a formas más elaboradas y menos intimidatorias y agresivas, pero con el mismo denominador: el engaño.

Surgieron escenarios más complejos y hasta atractivos; la llamada hacía mención a quien contestara que acababa de ganar un premio ofertado por una estación de radio o un programa de televisión, donde el requisito para hacerse acreedor al premio, consistía ir a una sucursal bancaria en específico y hacer un depósito a una cuenta “sorpresa”, posteriormente, la víctima debía mandar a través de un mensaje de texto, el número de referencia, la cantidad y la hora del depósito, sus datos, dirección y nombre para hacerle llegar “su premio”.

En la actualidad, organizaciones delictivas como La Familia Michoacana, El Cártel de Jalisco Nueva Generación, Los Caballeros Templarios y demás, han retomado la intimidación y la violencia psicológica argumentando tener privado de su libertad, bajo secuestro o detención por algún delito al familiar de la víctima que recibe la llamada, y bajo amenazas de muerte o lesión, exigen un pago inmediato, transferencia electrónica (por celular), depósitos en tiendas departamentales, comercios o por la entrega de documentos, facturas, escrituras o joyas para la liberación del “secuestrado o detenido”.

La información obtenida por estas organizaciones delictivas es tomada de perfiles en redes sociales, publicaciones en sitios electrónicos, grupos de compra – venta o afiliaciones a agrupaciones de entretenimiento, de amistad o de intereses similares.

El Código Penal Federal manifiesta en el Articulo 130, la Extorsión, considerada como delito de alto impacto, que, “quien sin derecho obligue a otro a dar, hacer, dejar de hacer o tolerar algo, para obtener un lucro para si o para otro, causando a alguien un perjuicio patrimonial”, con penas de 2 a 8 años de prisión y de 40 a 160 días de multa.